¡Dragones!

Cuando pensamos en “bestiario”, tendemos a equipararlo al conjunto de seres fantásticos tan profusamente representados en el arte medieval. Sin embargo, los “bestiarios” (pues no hay sólo uno) son un conjunto de manuscritos medievales centrados en la catalogación de animales. Todos ellos proceden de un clásico e hipotético Physiologus que no se conserva. La primera versión de este tratado de zoología pudo ser redactada en Alejandría entre los siglos II y V d.C., o en la Siria del siglo IV, lo que sí se sabe es que las traducciones latinas más antiguas son del siglo VIII. La denominada versión B es la que sirvió de base a los principales manuscritos franceses e ingleses, que en el siglo XII reciben ya el nombre de Bestiarios.

Cierra los ojos e imagina un dragón. ¿Ya? Aunque tal vez alguno hayáis pensado en el dragón chino, con cuerpo de serpiente y cabeza con nariz de perro y melena de león, seguro que a la mayoría os habrá venido a la cabeza el dragón “típico” occidental (como los de Juego de Tronos, o como el de la dovela E7 de la portada de San Esteban de Sos del Rey Católico). ¿Y si os digo que ese dragón surge de la imaginación de los miniaturistas medievales?

Con este tipo de dragón (“dragón románico”) ocurre algo curioso. Habitualmente, el reflejo de los animales fantásticos en el arte medieval viene precedido de fuentes literarias (a menudo inspiradas en textos y representaciones grecolatinas) que describen su forma y costumbres. Sin embargo, en el caso del dragón románico, se produce primero la evolución en la representación plástica, y una vez imperante en el siglo XII será cuando las fuentes literarias lo incorporen. Y es que la representación de este tipo de dragón parece que comienza en las miniaturas de manuscritos de Irlanda e Inglaterra a finales del siglo VIII. A lo largo del siglo XI, el diseño del dragón románico, bípedo y con alas (incluso escupiendo fuego), se irá extendiendo por Europa, y en el siglo XII se difundirá en portadas y capiteles esculpidos.

¿Cómo era antes el dragón? El mayor de todas las serpientes, dice San Isidoro de León. Y es que, como bien apuntó Ignacio Malaxecheverría: Cuando la serpiente encuentra oportunidad se vuelve dragón. La portada de la iglesia de San Esteban de Sos del Rey Católico es maravillosa por muchas cuestiones, y una de las que me encanta, es que podemos ver en ella esa evolución de los dragones.

¿Cómo saber si un dragón serpentiforme es un dragón o una serpiente? En el caso de la figura J8 es sencillo, ya que está representado enfrentado a San Miguel. ¿Pero si se encuentra aislada? Aunque el tamaño podría ser una pista, he llegado a la conclusión de que lo más significativo son los nudos en la cola o cuerpo, cuya existencia indican que nos encontramos ante un dragón.

En el camino de serpiente a dragón hay otros pequeños detalles que se van incorporando, como las pequeñas alas que vemos en esa figura, o la aparición de patas, como ocurre con el uróboros de la dovela E14.

¿A que es estupendo encontrar en Sos del Rey Católico la evolución de los dragones? Si quieres saber más sobre los animales de la portada de San Esteban, ya sabes que recopilamos todo lo descubierto en el libro Bestiario románico en la portada de San Esteban (versión en papel) (versión en ebook). Y para que el libro te permita además acceder al modelo en 3D, una pegatina en el capítulo 4.3 con un código QR, te facilita llegar a la web con la imagen al escanearlo (si compraste ya el libro y quieres la pegatina para añadirla a tu ejemplar, ¡te la damos en la Tienda Museo!)

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