El cementerio más antiguo y el primer artista de Sos

Aunque el título del post puede parecer extraño, realmente es así. Hoy vamos a hablar del Dolmen de Arás o dolmen de Sos del Rey Católico, también llamado en algún lugar dolmen de Añués, ya que se encuentra en el camino que lleva a la Torre de Añués. Y de los grabados rupestres de la época de la Edad del Bronce que se encuentran (escondidos y muy poco conocidos) en el término municipal de Sos del Rey Católico.

Durante el neolítico, con el desarrollo de la agricultura, los seres humanos empezaron a crear asentamientos más estables. No elegían lugares escarpados en lo alto de una colina como es el caso de la actual villa de Sos, se buscaban valles más resguardados, cercanos a ríos. Los restos de la época neolítica en esta zona suelen ser esporádicos. Las viviendas, construidas con materiales perecederos como maderas y barro, no han dejado restos materiales en la actualidad. A veces aparece algún hacha pulimentada u otros utensilios. La zona tiene una historia posterior tan intensa que es un período al que se le ha prestado poca atención, en mi opinión.

Sin embargo, sí hay un tipo de estructuras de finales de la época neolítica y comienzos de la edad de bronce que han llegado hasta la actualidad: los monumentos megalíticos (literalmente, “de piedras grandes”). Cierta aura esotérica los acompaña en ocasiones. Bien es cierto que su función exacta se nos escapa en algunos casos pero, sea como sea, el esfuerzo titánico de estas construcciones implica que han de ir unidas a rituales y creencias que en esencia son el “pegamento” de las comunidades humanas.

Antes de continuar, señalar que en Aragón cualquier monumento megalítico es considerado un Bien de Interés Cultural. Hay numerosos ejemplos en el Pirineo, pero en la provincia de Zaragoza tan sólo he encontrado referencia de otro, el dolmen de Larra en Salvatierra de Esca. Con esto quiero decir: es algo importante.

Dolmén de Arás

En el término de Sos del Rey Católico, lo que conservamos es un dolmen (literalmente, “mesa grande de piedra”), una estructura formada por varias losas de piedra clavadas en vertical (llamadas ortostatos) sobre las que se coloca otra gran losa a modo de techumbre.

La función de los menhires o crómlech puede seguir siendo confusa en muchos de los casos. Además de ser un posible lugar de encuentro y límite territorial, la finalidad utilitaria del dolmen está más clara: tienen una función sepulcral, se utilizaron como lugar de enterramiento colectivo. Con un mínimo ajuar, allí se enterraban lo que se cree eran los miembros más destacados del grupo. Es decir, es el cementerio más antiguo de Sos del Rey Católico.

El dolmen de Arás conserva los 5 ortostatos, de 1,23 m a 1,48 m de alto, la piedra baja que marcaría la entrada (en origen otra piedra más grande sobre ella sellaría el sepulcro), y caía en el interior, la gran losa que estaría en la parte superior. En el entorno hay otras piedras, pero saber si formaban parte del conjunto (creando un peristalito o como parte del túmulo que en ocasiones cubre los dólmenes) supera mis conocimientos. Sobre que la estructura es un dolmen no hay duda, la intencionalidad de la colocación de las piedras está clara y está orientado al este. Por tamaño (no más de 2 metros de lado) y tipología (dolmen “simple”, sin pasillo) se corresponde con el modelo más habitual en Aragón (aun siendo dos los ortostatos a cada lateral y no uno).

Aunque fue Mariano Zarzuelo quien lo estudió y lo publicó en el 2010, la existencia del dolmen era ya conocida en Sos del Rey Católico. Hace unos años, en la Pastelería Puente me regalaron unas postales de rincones y monumentos de la villa dibujados.  Aunque no llevan fecha impresa, están selladas y marcadas con el timbre conmemorativo del centenario del nacimiento de Fernando el Católico, en el año 1952. En la imagen, la nº 17, Sos del Rey Católico. Dolmen. Vale, el parecido es relativo. O yo no he atinado con la perspectiva, o el autor quiso mostrar cómo sería con la piedra encima, o se refiere a otro dolmen distinto (sería una casualidad estupenda).

Grabados rupestres al aire libre, insculturas prehistóricas

Es una pena que nadie se lo contara a J.I. Royo Guillén en 1994. Gracias al agente forestal Sergio Marco Giménez tuvo conocimiento de unos grabados rupestres en el Corral de Lafita (aunque es probable que haya un error en la denominación del corral), y publicó el estudio en la revista de arqueología aragonesa de ese año.

A pesar de que por técnica y tipología da como datación posible la Edad de Bronce, la ausencia de otros hallazgos relacionados en las prospecciones realizadas no le permite asegurar más el contexto cronológico. ¡Ojalá alguien le hubiera hablado del dolmen situado a kilómetro y medio de los grabados! Porque este tipo de restos son imposibles de datar con precisión, y no sería la primera vez que alguna marca inicialmente prehistórica se acaba descubriendo como medieval, moderna o incluso contemporánea (he encontrado un artículo posterior que apuesta por que sean cruces procesionales medievales, por eso tan importante el poder contextualizar).

En una gran roca vertical, lisa como su fuera un perfecto lienzo, se encuentran 12 figuras realizadas con la técnica de repicoteado/picado, que se englobarían en las representaciones del arte esquemático de la Edad del Bronce. Con muchas reservas, Royo Guillén apunta que la composición sería una escena, y que de ser las figuras cruciformes figuras esquemáticas de personas, podría ser la representación de un núcleo familiar.

Seis de las figuras son motivos circulares (cazoletas), puntos que no son muy fáciles de detectar a simple vista. Lo que mejor se percibe son las cuatro figuras estilizadas. Las de los extremos, figuras antropomórficas cruciformes con forma phi (se denomina phi a la figura antropomórfica compuesta por un trazo vertical y un círculo, similar a la letra Φ griega). En el centro, una figura antropomórfica cruceiforme y otra que supone una variante de antropomorfo ancoriforme (cuando los “brazos” de la cruz giran hacia abajo, con una forma similar al ancla).  Esta es la más compleja y curiosa de todas, francamente espectacular. ¡Menuda obra la del primer artista de Sos!

En definitiva, a la espera de que alguien se anime a hacer un estudio en conjunto de ambos elementos, yo diría que la hipótesis de que allí hubo un asentamiento durante la Edad del Bronce (acotando un poco la posible datación de los grabados y el período megalítico, pongamos que en el 2.500-1.300 a.C.) es de lo más plausible. Así que, en apenas un paseo de menos de dos horas, desde el Sos del Rey Católico medieval podemos retroceder aún más en el tiempo ¡y llegar a la prehistoria! La ruta, ¡en otro post!

Si quieres conocer los estudios originales: dolmen de Sos del Rey Católico, grabados rupestres del Corral de Lafita. Yo conocí la existencia del dolmen gracias a Manuel Valle, y la de los grabados por Diego Hernández, gracias al cual ¡pude además verlos in situ!.