Y la puerta se convirtió en ventana

No sé si lo había explicado aquí, pero por si acaso, empezaremos recordándolo… Como sabéis, Fernando II de Aragón nació en Sos del Rey Católico (entonces Sos), en la casa del escudero Martín de Sada, dos horas después del mediodía del 10 de marzo de 1452. La casa del señor Sada era mucho más pequeña que la que vemos actualmente, tan sólo la parte derecha según vemos la fachada. En el interior, parece que el límite sería la escalera de acceso a las plantas superiores.

Permitirme la comparación: tener el honor de acoger a una reina durante el alumbramiento ¡es como si te tocase la lotería! La familia Sada mejoró notablemente su posición, y una muestra de ello es la construcción del Palacio que vemos en la actualidad.

El imponente edificio, muestra externa y pública de esa mejora social, es un interesante palacio de transición de finales del siglo XV, a caballo entre la estética de las fortalezas medievales y los palacios renacentistas (nada de “el segundo castillo de Sos” como aparece en algunos materiales antiguos).

De hecho, una de las pruebas documentales que demuestran el nacimiento en Sos del Fernando el Católico está asociada con esa ampliación. En el Palacio se puede ver el facsímil del libro del archivo notarial de Sos donde se recoge una carta de 1468 enviada por Fernando (aún príncipe de Aragón) al baile de los judíos de Sos, con la que intercede para que el solar situado junto a la casa de Martín de Sada pase a formar parte de la misma, por haber sido en la qual casa nacimos e venimos a la luz desde mundo. La disputa terminará en 1476 y es de suponer que en ese momento comenzó la construcción del Palacio origen del actual.

Si buscáis información sobre el bautizo de Fernando II, en seguida os aparecerá que fue en la Seo de Zaragoza, el 11 de febrero de 1453. ¡¿Casi un año después del nacimiento?! Si algo así era inconcebible hasta hace bien poco (los niños muertos no bautizados iban al limbo), con la mortalidad infantil de la Edad Media no tiene ningún tipo de sentido. Habría que tomar ese “bautizo oficial” como una presentación en sociedad, ya que parece que el “bautizo real” fue realizado en Sos, en la pila de la iglesia de San Esteban, por el obispo de Tarazona don Jorge de Bardají, poco después del nacimiento.

Y todo esto para llegar adonde quería llegar. A medio camino entre la leyenda y la tradición, se dice que cuando sacaron al infante Fernando de la casa de Martín de Sada para ser bautizado, como muestra de respeto, la puerta que atravesó se convirtió en ventana, para que nadie más volviera a atravesarla.

Lo que sí es cierto es que antes del derrumbe de gran parte de la fachada, en las imágenes se ve la marca de una antigua puerta en el muro, donde hay una pequeña ventana bajo la cual hay una clave de arco con el escudo de las barras. Con la última rehabilitación (la que se inauguró en 2003), se abrió en ese lugar un gran vano, una gran ventanal en el que se colocó la clave con el escudo. Eso sí, ventana y no puerta, por si las moscas.

Las dos imágenes antiguas son del año 1924, momento en que estando el Palacio aún habitado, se apuntaló la fachada de manera provisional (al tiempo se caería). Ambas están recogidas en el discurso de ingreso en el Consejo de la Institución Fernando el Católico de Teodoro Ríos Balaguer, el Palacio de los Sada en Sos del Rey Católico, publicado por dicha institución en 1957.

Cristo del Perdón (leyenda)

En el interior de la iglesia de San Esteban se encuentra un Cristo románico que protagoniza una de las pocas leyendas conservadas en Sos del Rey Católico.

Manteniendo la esencia del relato, permitirme la diversión de crear esta libre versión. Con rimas obvias y tontadas varias, fruto de una tarde acalorada. Y sin más dilación, vayamos a la cuestión.

Damas y caballeros, tomen asiento, y permanezcan atentos a este relato de violencia y celos…

Un apuesto mozo andaba con gallardía,
cuando la mirada de una joven le robó el alma y la vida.
Si no era con ella, existir no merecía.
¿Por qué no me ama?, se lamentaba,
¡soy joven, lozano y apuesto!, clamaba.

Mas ella le ignoraba.

Descubrió que la dama no sólo no le amaba,
sino que era otro al que su corazón entregaba.
¿Qué hacer?, se lamentaba.
Ciego de celos, ni comer podía.
Ya no disfruto de las manzanas (que era su fruta favorita),
hasta el agua sabe a ceniza.

Si los celos ofuscan, mezclados con hambre y sed,
convierten el pensar con claridad en una labor sin par.
Y de las mil y un ideas que podía nuestro mozo tener, se decantó por la más vil y cruel…
¡Mató en emboscada al otro al que amaba su amada!,
pensando que así al fin su corazón ganara.

No sólo no consiguió a la dama,
sino que notó cómo su propio corazón se marchitaba.

¿Qué he hecho?” se lamentaba,
más la justicia no le apreasaba.

Vencido de pena y remordimientos, buscó en la fe el consuelo.
Cada día sin faltar a San Esteban acudía, y se postraba a rezar frente al Cristo de rodillas.
Fama de hombre piadoso alcanzó, sin sospechar los sosienses la verdad de su corazón.

Un día como otro cualquiera, cuando frente al Cristo se encontraba,
se le acercó una mujer pesarosa,
¡vengo a pediros una cosa!.

Rezando todos los días, más caso que a mi os harán en el cielo.
Pedir por el descanso de mi hijo,
emboscado en una de estas esquinas,
asesinado en la flor de la vida
¡que sea capaz de llegar al Paraíso!
.

Y si un hueco además tenéis,
rogar por mi un poquito también,
ya que la paz no hallo
desde que me falta el muchacho.

¡Arrea! pensó nuestro mozo.
¡Pero si es la madre del otro!.

Sin celos, hambre ni sed, el mozo podía pensar bien.

¡Buaaaaa!, se echó a llorar,
y a la madre confesó,
que al muchacho él mato.
A entregarme a la justicia voy,
no puedo más con mi propio lamento,
el castigo terrenal merezco.
Imploro vuestro perdón,
de lo más arrependito estoy.

La mujer ojiplática quedó, ¡frente al asesino de su hijo estaba!
Pero ¡cómo se lamentaba el mozo!.
Joven, lozano y apuesto… a pesar de pesaroso.

Dudando se encontraba la madre,
¿perdonarle sería un desaire?.
¡Ay si mi muchacho aquí estuviera!
¿perdonaría que perdonase a quien la vida le segase?.
En estas cuitas se encontraba la madre,
cuando levanto la mirada sin saber qué contestarle.

Un pequeño crujido escucharon.
Ruidos de iglesia vieja, pensaron.
Más al girar la cabeza,
vieron la talla del Cristo…
¡¿quieta?!
Un sonrisa estaba en su cara, serena y tranquila, que antes no estaba. Y la cabeza no yacía caída, sino que se encontraba bien erguida.

Madre y mozo se frotaron los ojos (cada uno los suyos, no penséis arrobos),
mas la imagen del Cristo seguía cambiada, ¡un milagro! ¡una llamada!

La madre perdonó al mozo.
El mozo se entregó a la justicia,
y el Cristo del Perdón,
jamás perdió su sonrisa.

Creer la leyenda puedes, o no, si es lo que prefieres. Pero si a San Esteban entras, para junto al Cristo del Perdón, fíjate en la expresión de su cara, y deja que apacigüe tu alma.

Gracias por haber leído, escribirlo ha sido de lo más entretenido, pero como bien has deducido, de poesía… ¡jamás publicaré un libro! 😉

Y sí, has pensado bien, no hay fotografía del Cristo pues no he logrado el permiso (aún)

Portal del Mudo

La verdad es que comparándolo con otros lugares, con lo intensa que ha sido la historia de Sos del Rey Católico, son pocas las leyendas que han llegado hasta nosotros. Una de ellas, de lo más truculenta, es la que da nombre a uno de los portales, el Portal del Mudo.

Durante la Guerra de la Independencia, desde enero de 1810 hasta el 1 de marzo de 1813, Sos estuvo ocupado por el ejército francés. En algún momento de ese período, el destacamento francés vio una noche salir del pueblo a un mozo, sigiloso, a escondidas… Como en las historias de “elige tu propia aventura” de mi infancia, ahora puedes elegir entre tres opciones:

1.- El mozo era un pastor que salía a buscar su rebaño

2.- El mozo tenía un amor ilícito y salía a escondidas a encontrarse con su amada

3.- El mozo era un espía de los guerrilleros

El destacamento francés lo vio claro, ¡la opción 3! ¡la opción 3! Así que apresaron al mozo y le torturaron para hacerle confesar qué es lo que sabía, a quién se lo iba a contar y dónde iba a tener lugar el encuentro. El mozo, por no traicionar a su pueblo, se mordió fuerte la lengua… ¡y se la arrancó!.

Y ahora llega mi parte favorita de la historia… porque el general francés, viendo “tal muestra de arrojo y valor” decidió liberarle. Pero el mozo murió desangrado cuando iba a entrar a la villa, en el portal que desde entonces se llama “Portal del Mudo”

¡Feliz noche de ánimas!

portalmudo

PD: Parece que es imposible de manera consciente hacer lo que hizo el mozo de la leyenda. Suponemos es que al pobre le dió un ataque de epilepsia y le liberaron por miedo. Lo que está claro es que en momentos duros es importante buscar la esperanza en el ejemplo de otros, y el mozo se convirtió en todo un héroe al que se recuerda 200 años más tarde. En cuanto a qué hacía saliendo a escondidas…