Como seguro sabes, el arte medieval tiene una función principalmente didáctica, enseñar las sagradas escrituras y aquello que se debe –y no se debe- hacer para alcanzar el cielo en el más allá. El papa Gregorio I lo expresó muy bien ya en el siglo VI: la pintura puede ser para los iletrados lo mismo que la escritura para los que saben leer.
Dentro del arte románico es muy habitual la representación de la lucha del bien y el mal, y destacan sobremanera las luchas de guerreros contra temibles dragones. El dragón, abatido a los pies del caballero, simboliza triunfo de la fe.
Estos dragones medievales tienen en ocasiones aspecto más bien de serpiente, sin alas ni aliento de fuego, y es que la palabra latina “draco», de la que surge el término “dragón”, significa literalmente “serpiente”.
Aunque existen otros matadragones (por ejemplo Sigurd), los más representados en nuestra zona son San Jorge y San Miguel.
La imagen del arcángel San Miguel abatiendo a un dragón se inspira en un fragmento del Apocalipsis (Hubo un gran combate en los cielos. Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón), y fue algo más tarde, con el texto conocido como Leyenda dorada, cuando surgió la historia del combate de San Jorge que tan a menudo ha sido representada.
Pues bien, en Sos del Rey Católico, en la portada románica de la iglesia de San Esteban, entre las figuras situadas entre las estatuas columnas, encontramos algo escondido y descabezado a San Miguel luchando valientemente contra un dragón-serpiente. ¿Cómo saber que es el arcángel San Miguel y no San Jorge? ¡Muy sencillo! San Miguel tiene aaalas 😉
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