La estética, el mensaje… el arte refleja en cierta medida la cultura y época que lo crea. Así, el arte medieval tiene una función esencialmente didáctica. Lo expresó muy bien el papa Gregorio I (s. VI): el arte debe ser para los iletrados lo mismo que la escritura para los que saben leer. De esta manera, las portadas románicas y góticas son auténticos libros en piedra. Nos hablan de lo que se debía hacer –y en especial, de lo que no se debía hacer- para alcanzar el cielo. La biblia y vidas de los santos eran los espejos de las “actitudes recomendables”.
Encontramos varias escenas bíblicas en la portada de la iglesia de San Esteban (seguro que hay más de las que tenemos detectadas). Hoy vamos a presentaros dos de ellas, situadas en la aquivolta central, las dovelas 3 y 4 empezando a contar desde la izquierda.
Lo representado en la cuarta pieza es muy sencillo de reconocer, aunque tal vez no tan sencillo de ver:
¿Qué representa? ¡Muy bien! La huida a Egipto, el momento en que la Sagrada Familia (tras la visita de los Reyes Magos), marcha de Belén al comunicarle un ángel a José que Herodes busca al niño para matarlo. Fijaros, me encanta la actitud protectora del ángel posando las manos sobre José y el burro.
En la imagen que está en la dovela inferior vemos una mujer (sin cabeza) en el centro, con un ángel a su derecha. El ángel levanta la mano derecha, símbolo de saludo, respeto, y que indica además la verdad del mensaje que va a anuncia. ¿Qué mensaje? Que espera un hijo de Dios. Y es que la escena parece ser la Anunciación.
A la izquierda de la Virgen María, equilibrando la escena esculpida, encontramos dos figuras. La de abajo parecer ser un perro (símbolo de fidelidad). El desgaste de la superior nos hace dudar hasta de si se trata de un animal o una persona (a un escala menor)
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